lunes, 27 de marzo de 2017

¿Estudias o trabajas?

Texto basado en:

¿Existe el intrusismo laboral en el periodismo? Según Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa en España (FAPE), “la profesión periodística debería estar situada en el mismo nivel que la sanidad o la educación, ya que son imprescindibles en una democracia. Es la base de las libertades”.

Existe un debate entre la existencia de intrusismo laboral en el periodismo. Muchos citan a “periodistas” de programas televisivos del corazón, o presentadores de reality shows. Pero, ¿hacer periodismo es eso? La Real Academia Española (RAE) recoge la siguiente definición: “captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedad”. Según esta definición, –permitidme ir al tópico– podríamos decir que Belén Esteban realiza labores de periodista en sus tertulias en Sálvame, y como ella, todos los colaboradores. Pero, ¿es necesaria entonces un estudio superior para convertirse en periodista?

Igual que la señora Esteban, hay cientos de periodistas que ejercen la profesión sin un título bajo el brazo, sin cuatro o cinco años de licenciatura o grado, sin embargo, no se puede confundir al periodista con el comentarista de un programa de cotilleo.

Es por esto totalmente necesaria la titulación en periodismo. Esta profesión está contaminada de “falsos periodistas” que confunden a la sociedad. Hoy día se valora más a tertulianos que atraen las audiencias que a reporteros que se juegan la vida cubriendo una guerra. ¿Verdad que sería surrealista que una persona cualquiera fuera a entrevistar al presidente de EEUU? Hay que curtirse y tener unas nociones básicas de cómo tratar a un entrevistado, de cómo realizar las preguntas, cómo saber insistir, cómo saber luego transcribir las respuestas sin tergiversar las palabras del entrevistado. Cierto es que quizás no sea necesaria una carrera de cuatro años, pero sí hay unas nociones básicas que todo periodistas debería saber –a pesar que en cuarto de carrera aún quedan estudiantes que confunden un “a ver” de un “haber” –.

Las excepciones

Sin embargo, tampoco veo de agrado considerar, hallándonos en la situación en la que estamos, una exclusión a jóvenes prometedores a falta de un título universitario. En pleno siglo XXI se da el caso de que muchos veinteañeros, debido a su situación económica, no pueden realizar sus estudios universitarios –que a nadie se le ocurre replicar con la excusa de “pero hay becas” – grandes promesas que podrían ser excelentes médicos, perfectos arquitectos, y por supuesto, grandes periodistas.

¿Debemos decir un “no” rotundo a estos genios, que viven entre nosotros por no tener un título, que al fin y al cabo no deja de ser un simple papel firmado? Hablo de personas con un don, hay personas que redactan bien, que saben transmitir, que conocen los códigos informativos. Esos también pueden ser periodistas, quizás hayan nacido para ello.

Es cierto que, tal y como se cita en el texto de miciudadreal.es “puedo entender la ojeriza y malestar que ocasiona a un titulado en Periodismo que alguien sin esos estudios esté viviendo del oficio”, pero creo que también es importante valorar las cualidades que tenemos cada uno de los que nos dedicamos o queremos dedicarnos al periodismo, y, por el bien de la profesión, darle también oportunidad a aquellos que saben hacer bien este trabajo, con o sin estudios.


Es cada vez más fácil encontrar en los medios de comunicación a ex becarios trabajando con contratos a jornada parcial, y quizás así empiecen los grandes periodistas: entrando en un medio de prácticas, terminando la carrera en diez años en vez de en cuatro, y ejerciendo hasta su graduación como “intruso laboral”, sin embargo, repito: esta también imprescindible valorar al buen periodista, al informador veraz y contrastador de fuentes, antes que contratar a un graduado que no sabe diferenciar “a ver” de “haber”.

lunes, 20 de marzo de 2017

El cuarto poder

Basado en:

Es cierto que a los periodistas nos gusta hablar de la profesión como ‘El Cuarto Poder’. Nos hace sentir importantes -o al menos a mí-, estudiar una profesión como esta, con la que podemos investigar casos, descubrir estafas, destapar escándalos… Somos algo así como ‘los superhéroes de la verdad’. Pero, ya desde la carrera nos desencantan de esa ‘no realidad’. No vas a ser libre de publicar los que quieras…

A raíz de un debate académico sobre la película Spotlight he indagado sobre el control de los medios de comunicación, ¿quién está detrás de todo? ¿Quién controla la verdad? Deberían ser los periodistas, autónomos totalmente y a merced de los hechos quienes controlasen esas informaciones, pero no es así. Empresas y bancos son los gobernantes de lo que nosotros llamamos “libertad de información”.

Esta entrada tiene también relación con mi anterior escrito sobre la veracidad de los medios de comunicación, pero esta vez quiero ir más allá. Los periódicos, las cadenas de radio y de televisión, se financian a base de publicidad. ¿Qué ocurre cuando chocan los intereses económicos con la verdad? Pondré un ejemplo –totalmente imaginativo-: si yo soy dueña de un periódico, y pongo en él publicidad de la crema Nivea, y se descubre que esta crema provoca quemaduras en la piel, ¿puede mi medio publicar semejante noticia? La respuesta es no.

Otro ejemplo, si la mayor parte de los lectores de mi periódico fuesen católicos, y se destapase un escándalo –como ocurre en Spotligh- sobre pederastia dentro de la Iglesia Católica, ¿mi medio podría publicarlo? Probablemente, siendo la dueña, yo decidiría si perder a todos mis lectores o no, y lo más seguro es que decidiera no publicarlo.

Empresas, bancos y otros poderes (ideológicos o religiosos) tienen verdaderamente el control de la “libertad de información”. No existe ese término como tal en los grandes medios de comunicación. La televisión, la radio, los periódicos dependen económicamente de las audiencias, los lectores y los oyentes, dependen de las grandes empresas que los patrocinen cuando son pequeños para que se hagan grandes…


Se trata de una batalla entre medios y medios económicos que lleva años perdiendo el periodismo. ¿Hasta qué punto existen noticias veraces al 100%? ¿Cómo sabemos si nos están contando la verdad, o la versión de una empresa a la que no le interesa que se saquen sus trapos sucios? El cuarto poder hoy ha dejado de ser el periodismo para ser el interés económico, político y religioso.

martes, 7 de marzo de 2017

Las informaciones al servicio de los intereses

Ha saltado la liebre. La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha denunciado este lunes un acoso por parte del grupo político Podemos a diferentes profesionales de los medios de comunicación.

En el comunicado la APM considera “incompatible con el sistema democrático que un partido, sea el que sea, trate de orientar y controlar el trabajo de los periodistas y limitar su independencia”. En el mismo texto, se hace referencia a un grupo de informadores que son quienes han denunciado esta situación, aportado unas pruebas documentales de las cuales no se da ningún tipo de dato más, pero que sí se pone en duda la imagen del partido morado.

Llegados a este punto, a mí me surge una pregunta. En un marco donde el periodismo de verdad, el sincero, el veraz, tiene la obligación de aportar datos, de ofrecer un contexto a cada noticia o suceso, tal y como Lafuente expone en su texto, ¿dónde está todo eso en el comunicado de la APM? ¿Por qué debería de creer a esos “informadores” -que cita el texto- y suponer que realmente hay “pruebas documentales” que demuestran el supuesto acoso del grupo liderado por Pablo Iglesias hacia diferentes periodistas?

El propio comunicado de la asociación intenta velar por la veracidad de las informaciones, es contrario a esa actividad que le atribuyen a varios dirigentes del partido morado, lucha por que las fuerzas políticas y económicas no influyan en las informaciones y en los medios, sin embargo, ¿no podría ser esto lo contrario? ¿Podríamos estar ante un caso de influencia de opiniones sobre un partido por parte de una institución?

En los cuatro años que llevo de carrera me han demostrado cómo la misma noticia en portada, en diferentes medios de comunicación, cuenta hechos contrarios. Los diferentes puntos de vistas creados por los poderes políticos y económicos –que controlan cada medio informativo de gran dimensión- lo único que hacen es mostrar el lado de los hechos que más les favorece, y eso es una realidad.

Por otra parte, se trata una realidad que ha mermado la veracidad de los medios, y esto que supuestamente la APM debería regular, ahora ella misma lo está haciendo y se ve afectada. Ahora soy yo quién no me creo que parlamentarios de Podemos “acosen” a la prensa y que las obliguen a los periodistas a decir lo que ellos quieren. Soy yo quién pongo en duda la existencia de esas “pruebas documentales”. ¿Dónde está el contexto? ¿Los antecedentes? ¿Dónde está la dignidad de esta profesión?
Desapareció.


Reflexión basada en el texto de Gumersindo Lafuente (eldiario.es): http://www.eldiario.es/zonacritica/acosa-periodismo_6_619498087.html