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¿Existe el intrusismo laboral en
el periodismo? Según Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones
de la Prensa en España (FAPE), “la profesión periodística debería estar situada
en el mismo nivel que la sanidad o la educación, ya que son imprescindibles en
una democracia. Es la base de las libertades”.
Existe un debate entre la
existencia de intrusismo laboral en el periodismo. Muchos citan a “periodistas”
de programas televisivos del corazón, o presentadores de reality shows. Pero, ¿hacer periodismo es eso? La Real Academia
Española (RAE) recoge la siguiente definición: “captación y tratamiento,
escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas
y variedad”. Según esta definición, –permitidme ir al tópico– podríamos decir
que Belén Esteban realiza labores de periodista en sus tertulias en Sálvame, y como ella, todos los
colaboradores. Pero, ¿es necesaria entonces un estudio superior para
convertirse en periodista?
Igual que la señora Esteban, hay
cientos de periodistas que ejercen la profesión sin un título bajo el brazo,
sin cuatro o cinco años de licenciatura o grado, sin embargo, no se puede
confundir al periodista con el comentarista de un programa de cotilleo.
Es por esto totalmente necesaria
la titulación en periodismo. Esta profesión está contaminada de “falsos
periodistas” que confunden a la sociedad. Hoy día se valora más a tertulianos
que atraen las audiencias que a reporteros que se juegan la vida cubriendo una
guerra. ¿Verdad que sería surrealista que una persona cualquiera fuera a
entrevistar al presidente de EEUU? Hay que curtirse y tener unas nociones
básicas de cómo tratar a un entrevistado, de cómo realizar las preguntas, cómo
saber insistir, cómo saber luego transcribir las respuestas sin tergiversar las
palabras del entrevistado. Cierto es que quizás no sea necesaria una carrera de
cuatro años, pero sí hay unas nociones básicas que todo periodistas debería
saber –a pesar que en cuarto de carrera aún quedan estudiantes que confunden un
“a ver” de un “haber” –.
Las excepciones
Sin embargo, tampoco veo de
agrado considerar, hallándonos en la situación en la que estamos, una exclusión
a jóvenes prometedores a falta de un título universitario. En pleno siglo XXI
se da el caso de que muchos veinteañeros, debido a su situación económica, no
pueden realizar sus estudios universitarios –que a nadie se le ocurre replicar
con la excusa de “pero hay becas” – grandes promesas que podrían ser excelentes
médicos, perfectos arquitectos, y por supuesto, grandes periodistas.
¿Debemos decir un “no” rotundo a
estos genios, que viven entre nosotros por no tener un título, que al fin y al
cabo no deja de ser un simple papel firmado? Hablo de personas con un don, hay
personas que redactan bien, que saben transmitir, que conocen los códigos
informativos. Esos también pueden ser periodistas, quizás hayan nacido para
ello.
Es cierto que, tal y como se cita
en el texto de miciudadreal.es
“puedo entender la ojeriza y malestar que ocasiona a un titulado en Periodismo
que alguien sin esos estudios esté viviendo del oficio”, pero creo que también
es importante valorar las cualidades que tenemos cada uno de los que nos dedicamos
o queremos dedicarnos al periodismo, y, por el bien de la profesión, darle
también oportunidad a aquellos que saben hacer bien este trabajo, con o sin
estudios.
Es cada vez más fácil encontrar
en los medios de comunicación a ex becarios trabajando con contratos a jornada
parcial, y quizás así empiecen los grandes periodistas: entrando en un medio de
prácticas, terminando la carrera en diez años en vez de en cuatro, y ejerciendo
hasta su graduación como “intruso laboral”, sin embargo, repito: esta también
imprescindible valorar al buen periodista, al informador veraz y contrastador
de fuentes, antes que contratar a un graduado que no sabe diferenciar “a ver”
de “haber”.